¿Es la desalación la respuesta a la crisis hídrica?

De acuerdo a los últimos datos de la Organización Meteorológica Mundial, 2022 fue el cuarto año más seco jamás registrado en Chile. Las estadísticas reflejan que ya son 14 años de la megasequía que afecta al país, convirtiéndose en la condición más larga y severa de la región en más de 1.000 años. 

Para hacer frente a esta situación, en diciembre pasado entró en vigencia la ley que permite al Ministerio de Obras Públicas (MOP) ampliar sus facultades y construir -de manera directa o a través de concesiones- plantas desaladoras no limitadas únicamente a obras de riego, sino que puedan utilizarse para otros fines, como el consumo humano. “Creemos que en esa infraestructura tenemos un mecanismo para avanzar en asegurar el agua para consumo humano, en especial en zonas altamente impactadas por la sequía”, señalan desde esa cartera. 

A nivel nacional, existen 52 comunas con decretos de escasez vigentes en las regiones de Atacama, Coquimbo, Valparaíso, Metropolitana y Ñuble. Además, se están tramitando dos nuevos decretos de escasez en Contraloría para la provincia de Chiloé y nueve comunas de la provincia de Llanquihue en la Región de Los Lagos, según detallan desde la Dirección General de Aguas del MOP. 

La desalación del agua es una solución viable para producir agua dulce destinada a diversos usos, define Ximena Ruz, directora ejecutiva de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático de Corfo. Sin embargo, señala que este tipo de abordaje debe ser considerado como un complemento. “Una dependencia excesiva de la desalinización podría limitar la diversificación de fuentes de agua y desincentivar la búsqueda de soluciones más integrales y sostenibles”, expone. 

En la misma línea, Javier Moreno, gerente general de Aguas Pacífico, apunta a que no se puede seguir impulsando un esquema de una misma industria. “La respuesta sustentable son los proyectos multipropósito que abordan de manera integral las múltiples necesidades de la diversidad de actores de nuestro territorio”, declara, y añade que son necesarios programas de infraestructura compartida. 

Para Rafael Palacios, vicepresidente ejecutivo de la Asociación Chilena de Desalinización (Acades), el país tiene condiciones muy favorables que otras geografías carecen. “Tenemos un litoral abierto que interactúa con una corriente de Humboldt vigorosa que genera excelentes condiciones para la dilución de salmuera”, afirma, y destaca que los centros urbanos están preferentemente ubicados a no más de 200 kilómetros de distancia del mar, lo que aumenta el potencial de la producción. 

Situación nacional 

En Chile se contabilizan 24 plantas desalinizadoras de mayor escala, marcando un notable incremento en la adopción de esta tecnología con el objetivo de asegurar un suministro sostenible de agua. “Hay que ver dónde esto podría ser una alternativa y ver bien las regulaciones”, expone Alejandra Stehr, académica de la Universidad de Concepción. 

Sin embargo, Dafne Crutchik, profesora asociada de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, explica que este tipo de proyectos “tarda varios años desde que se diseña hasta que se ejecuta”. Actualmente, sumadas a las plantas ya informadas, se encuentran cinco en construcción y 17 en proceso de evaluación ambiental aprobada o preliminar, según datos del MOP. 

“Si nos comparamos con países como España, por ejemplo, donde hay más de 700 plantas y cerca del 10% del agua potable proviene del mar, queda de manifiesto que en Chile aún queda mucho por hacer”, apunta Waldo López, gerente de Desarrollo de Negocios Agua de Acciona. 

En esa línea, la gestión sostenible de recursos hídricos en la Región de Antofagasta y en Chile debiese ser una prioridad, recalca Hugo Lecaros, gerente de asuntos corporativos de Cramsa. “Es fundamental continuar con medidas de conservación y eficiencia en el uso del agua para lograr restaurar los ecosistemas hídricos afectados, así como impulsar y fomentar proyectos de desalinización y reúso de aguas”, concluye el ejecutivo.